La fábula nació en las antiguas culturas de Oriente, concretamente en la India, y con un afán didáctico o de enseñanza, para educar a los hijos de los nobles e infundir en ellos valores y virtudes que les ayudaran a convertirse en gobernantes.
Debido a su intención, brevedad y fácil comprensión, estos relatos se difundieron por Oriente y llegaron a Europa gracias a navegantes viajeros. En Grecia fue Esopo quien retoma el género y crea sus fábulas en medio del intenso ambiente cultural griego. En Roma, Horacio y Fedro se inspiraron en Esopo para escribir sus textos morales; y posteriormente en la Edad Media y Renacimiento, los cruzados difundieron las nuevas fábulas de Oriente aprendidas en los lugares donde combatían.
Así es como la fábula fue evolucionando y enriqueciéndose hasta nuestros días, para continuar con el propósito principal con el que fueron creadas: moralizar.
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