Esopo: Escritor griego de los siglos IV-III a.C., considerado el creador de las fábulas; a partir de su obra, se asociaron algunos animales con vicios y virtudes, una de sus fabulas es:
Las zorras a orillas del río meandro.
Se reunieron un día las zorras a orillas del río Meandro con el fin de calmar su sed; pero el río estaba muy turbulento, y aunque se estimulaban unas a otras, ninguna se atrevía a ingresar al río de primera.
Al fin una de ellas habló, y queriendo humillar a las demás, burlábase de su cobardía presumiendo ser ella la más valiente. Así, saltó al agua atrevida e imprudentemente. Pero la fuerte corriente la arrastró al centro del río, y las compañeras, siguiéndola desde la orilla le gritaban:
- ¡No nos dejes hermana, vuelve y dinos cómo podremos beber agua sin peligro!
Pero la imprudente, arrastrada sin remedio alguno, y tratando de ocultar su cercana muerte, contestó:
-Ahora llevo un mensaje para Mileto; cuando vuelva les enseñaré cómo.
Moraleja: Por lo general, los fanfarrones siempre están al alcance del peligro.
Jean de La Fontaine: Escritor francés que recreó las Fábulas de los clásicos, el griego Esopo y el latino Fedro. La composición de los 240 poemas compone varios volúmenes que fueron publicándose a lo largo de más de 20 años, al igual que sus Cuentos. Es reconocido como el mejor fabulista francés, por su tono satírico y el estilo dinámico. Sin embargo, no alcanzó el reconocimiento en su época. Una fabula de este autor es:
EL LEÒN Y EL RATÒN
Debemos ser generosos con todos, pues en cualquier momento necesitamos la ayuda de alguien más humilde que nosotros. De esta verdad estas fábulas darán fe en un instante.
Saliendo de su agujero harto aturdido, un ratoncillo fue a caer justo en las garras del león. El rey de los animales, demostrando su poder, le perdonó la vida. Su generosidad no fue en vano, porque ¿quien hubiera creído que el león pudiera necesitar un día de la gratitud de un sencillo ratoncillo?
Sucedió que en cierta ocasión en que el león salió de su selva, cayó en unas redes, de las cuales no podía librarse con sus fuertes rugidos. Lo oyó el ratoncillo, y acudió al sitio. Trabajó tan bien con sus pequeños dientes, que una vez roída una malla, el león terminó de desgarrar la trama entera.
En ciertos casos pueden más la paciencia y el tiempo que la ira y la fuerza.
Y una buena acción, en algún momento tiene su recompensa.
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